El Parlamento europeo pretende darle fin a la obsolescencia programada.
La normativa pretende limitar los productos electrónicos de un solo uso, obligar a los fabricantes a facilitar la reparación de los dispositivos y ofrecer más información sobre la capacidad de reparación de cada producto.
Obligará a establecer un etiquetado que determine la durabilidad de los productos a través de un índice de reparación del dispositivo.