El Día Mundial del Sueño se conmemora este viernes y se celebra desde hace 15 años en todo el mundo para enfatizar el impacto que el hábito de dormir bien genera en la calidad de vida de las personas como mayor concentración, bienestar físico y emocional y equilibrio mental, algunos de los beneficios de tener un sueño saludable.
Este día fue creado por la Asociación Mundial de Sueño como una iniciativa para concientizar sobre la importancia del sueño para la salud y la calidad de vida y el lema de este año es «Sueño de calidad, mente sana, mundo feliz».
Desde la asociación llamaron a reflexionar sobre la incidencia del sueño en la salud mental, en la concentración durante el día y en las posibilidades de sentirse agobiado física, mental y emocionalmente.
Para lograr un sueño adecuado se deben mantener horarios regulares, acostarse y despertarse todos los días en horarios similares y procurar que el período de sueño se produzca en un ambiente adecuado: oscuro, silencioso y con una temperatura confortable.
Además se recomienda dormir entre 7 y 8 horas continuas por noche para que el sueño resulte reparador y permita estar descansados y alertas al día siguiente.
«Buena calidad y suficiente cantidad es la ecuación perfecta cuando hablamos de un sueño saludable. Durante el sueño, el cerebro elimina toxinas potencialmente dañinas para el envejecimiento, por lo que, cuando hablamos de personas en edad adulta, es determinante la diferencia entre dormir poco y llegar a la cantidad adecuada, que es entre 7 y 8 horas de sueño», señaló el Dr. Eduardo Borsini, Médico Neumonólogo de la Unidad de Sueño del Hospital Británico.
Según una investigación reciente de la institución, un tercio de las personas roncadoras presentan síntomas de somnolencia excesiva durante el día y el 44% de los hipertensos roncadores tienen frecuentes pausas respiratorias cuando duermen, que aumentan el riesgo cardiovascular futuro.
«Esta situación aumenta los riesgos de complicaciones por accidentes y reduce el desempeño de estos pacientes durante las actividades diarias», remarcó el Dr. Borsini.
Durante la pandemia, en el marco del aislamiento social, la problemática del sueño fue especialmente protagonista en la población adulta y joven.
Según un estudio de la Academia Americana de Medicina del Sueño y la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, durante ese período aumentaron en un 40% los trastornos del ritmo de sueño- vigilia, hubo un 50% más de prevalencia del insomnio y aumentó en un 25% el consumo de psicofármacos, fundamentalmente hipnóticos.
«Lograr una buena calidad y cantidad de sueño mejora las posibilidades de tener buena salud física, cognitiva y emocional», afirmó el especialista y agregó que «en un adulto reduce los riesgos de hipertensión y las posibilidades de que puedan sufrir accidentes de tránsito, laborales o domésticos».