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Una fuga de agua en el Museo del Louvre dañó cientos de libros históricos de su colección de egiptología

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El Museo del Louvre enfrenta un nuevo contratiempo tras confirmarse que una fuga de agua provocó daños en entre 300 y 400 libros pertenecientes a su prestigioso departamento de antigüedades egipcias. El incidente, revelado por autoridades de la institución, se suma a una serie de problemas recientes que han puesto en tensión el funcionamiento del museo más visitado del mundo.

La filtración ocurrió el 26 de noviembre, cuando una válvula conectada a un sistema de calefacción y ventilación antiguo ,que había sido desconectado hace meses, fue abierta accidentalmente. La acción permitió que el agua se desbordara directamente hacia los estantes donde se conservaban volúmenes especializados, incluyendo revistas científicas, documentos de referencia y libros del siglo XIX y principios del XX utilizados por investigadores y curadores.

Aunque ninguna de las piezas forma parte del acervo artístico central del museo, el material afectado tiene un valor patrimonial significativo para la investigación en egiptología. Los expertos del Louvre aseguraron que, según las primeras evaluaciones, no habría pérdidas irreparables, y que ya comenzó un proceso minucioso de secado y restauración para recuperar la mayor cantidad posible de ejemplares.

Este episodio se suma a un clima de preocupación interna: en octubre, el museo fue noticia por el robo de joyas valuadas en más de 100 millones de dólares, un hecho que generó fuertes cuestionamientos sobre la seguridad y el mantenimiento del edificio. A esto se suma la reciente convocatoria a huelga por parte de los trabajadores, quienes denuncian la degradación de la infraestructura y reclaman inversiones urgentes.

Las autoridades explicaron que la renovación del sistema donde se produjo la fuga está prevista para septiembre de 2026, pero el incidente reaviva el debate sobre la necesidad de acelerar las obras para proteger tanto las colecciones como las áreas de trabajo del personal.

Este episodio ocurre en un clima interno ya cargado de tensiones. Tras el robo millonario de joyas ocurrido en octubre, los trabajadores del museo convocaron a una huelga para el 15 de diciembre, denunciando la creciente degradación del edificio, la falta de mantenimiento, problemas de seguridad y años de retrasos en obras estructurales clave. Los sindicatos advierten que la fuga de agua es una muestra más del deterioro de instalaciones que no logran acompañar el volumen de visitantes ni la magnitud del acervo que custodian.

La dirección del Louvre reconoció que el incidente expone nuevamente la urgencia de modernizar sectores críticos, aunque insistió en que se están tomando medidas para evitar que eventos similares vuelvan a repetirse. Mientras avanzan las tareas de restauración, la institución busca contener el impacto de este nuevo problema en su imagen internacional y afrontar las demandas del personal que reclama mejores condiciones para proteger uno de los patrimonios culturales más importantes del planeta.

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